sábado, 18 de febrero de 2012

El cliché sin obeliscos

El miedo que viene de la desinformación es inmenso. Voy a un caso concreto, la forma en que tachan al -todavía- precandidato a la presidencia de la república, por las llamadas izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, ya se ha vuelto un mal cliché.
En la mayoría de los medios podemos ver, leer o escuchar críticas hacia él. Casi todas recargadas a la protesta que hizo sobre Reforma en el DF allá por el 2006. Nunca vi otra manera de reclamar un fraude aceptado a todas luces. Apoyado por intelectuales, artistas, periodistas y muchos ciudadanos de a pie.
Ahora.
Tiendo ser subjetivo, ese es el corte de mi blog, la opinión de la clase media mexicana es generalizada en una mala imagen sobre Obrador. Con el fundamento vacío del "mal para México" se trata de llenar una idea sobre las opciones que tenemos para que alguien gobierno al país. Por los otros colores tenemos al "gobierno del cambio" que recrudeció la violencia en México, llenándola de muertos; las consecuencias son obvias y evidentes. El PRI nos ofrece una historia marcadísima por la gran corrupción que matuvo por 71 en toda la nación, con un abanico de muertes, falta de libertad de expresión -aunque a ellos y a grandes escritores debemos el surgimiento de la editorial Siglo XXI-, entre demás joyitas del priísmo.
Ahora, si volteamos un poco a la calidad cultural, arquitectónica, tecnológica, etc., que tenemos en la capital del país, vemos que los gobiernos de izquierda han mejorado mucho la calidad de los capitalinos, claro que falta tiempo para que sea un buen ejemplo de ciudad, aunque es un experimento -si lo queremos ver así- de lo que pudiera ser la nación con un gobierno no mocho, ni dictatorial, la izquierda con ideas tal vez rojas de China y Cuba, pero una izquierda que sabe funcionar dentro de las teorías que nos ocupan a todos los ciudadanos; seguridad, cultura, educación, trabajo. Aparte de las medidas que no podemos gozar los que vivimos en la provicia, pero en la verdadera provincia como Mazatlán, no la "provincia" de la zona metropolitana de Guadalajara o Monterrey. Donde nuestro transporte urbano se reduce a pocas opciones, mientras que en las grandes urbes el ruido y la potencia de miles de personas obliga a reflexionar sobre cómo movernos dentro de nuestro entorno. Por mencionar una sola cosa.
Imaginemos que un gobierno marcado por el ritmo de una inmensa ciudad esté al pendiente de todo México. Esta es sólo una idea vaga de lo que podemos ver. Se me acabó el tiempo.

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