martes, 27 de marzo de 2012

Cambio de paradigma personal

En el periódico Noroeste se publican columnas de diferentes estirpes, aunque la mayoría se ven inclinadas hacia el lado derecho de su posición política.
Cabe señalar que no todas son así, hay también las priistas y las de izquierda, como es el caso de Sergio Aguayo o Lorenzo Q. Terán, de un color amarillozo con rojo, pero conscientes de su entorno más próximo y realista; la verdad no le pertenece a nadie, apoyo más cierta desconfianza = objetividad.
La columna que se publicará mañana (27 de marzo de 2012), llama mi atención desde que la leí por primera vez, se trata de "Siete puntos" de Francisco Gómez Hinojosa, quien es un párroco de Monterrey (acá su ficha: http://www.arquidiocesismty.org/Detallepersona.asp?op=2&id=399&parr=141).
Independientemente de manejar con habilidad y claridad su discurso religioso dentro de su columna, es de adminarse el amplio conocimiento que tiene sobre filosofía en general, para refutar a un "superhombre", hay que leer bien sobre él y sobre su "inventor", pasando por los clásicos como Heidegger, Hegel o más ad hoc San Agustín y el citado Federico.
Dejando de lado mis prefacios, me referiré a su publicación.
La visita del Papa Benedicto VXI ha sido un tema para diferentes plumas periodísticas en nuestro país, y por supuesto que los más interesados en ella son los mismos padres, sacerdores, teólogos, etc., entonces, el papel que juegan la mayoría de ellos es por demás obvio; hablar bien del máximo representante de Dios en la tierra. Un resultado previsible. Aunque, para cambiar de paradigmas -al menos personal-, leo con sumo interés que en el punto cinco, el "padre paco" como se hace llamar habla de un punto negativo de la visita papal, en el que nos dice:

"Como elemento negativo hay que resaltar una triste omisión: el no recibir a las víctimas de Marcial Maciel. Si Benedicto XVI ya se había encontrado con grupos semejantes en otras visitas: ¿por qué no hacerlo en nuestro País [...]?"
No estoy (estamos, no hay que mentir) acostumbrado a las críticas internas o a los comentarios objetivos y fuera de servilísmos dentro de la Iglesia católica, por eso es que Gómez Hinojosa me sorprende con su comentario. No es la primera vez que comenta algo fuera de lo que estamos acostumbrados, de alguna u otra manera, dentro de los diarios u opiniones "oficialistas" de una religión hegemónica en México.
No quiero decir, ni hacer entender que la Iglesia católica esté abierta al 100 por ciento a la crítica, de hecho no comparto la mayoría de los ideales de las religiones que he llegado (poco) a conocer, pero ese es un tema más personal que se puede abordar en otra ocasión.
Lo que quiero resaltar dentro de su comentario-columna, son los pequeños detalles que se pueden salvar. Hay que estar atentos a las opiniones que tenemos a nuestro alrededor, aunque pensemos que dentro de ellas no encontraremos algo nuevo. Vigilemos todo lo que podamos, para reflexionar sobre ello y dejar a un lado generalidades.

Eso, o sigamos cerrados a las opiniones nuevas que está por ahí. A mí me da igual.

viernes, 2 de marzo de 2012

Espejo de obsidiana

Columna un tanto desconocida, pero que tiene, a veces, unos vuelcos interesantes:


TROPOS

Adrián García Cortés

Volver a los orígenes
y salvar la naturaleza

Enviado por Maritza López López, una de las más connotadas editoras de Sinaloa y decididamente amante de lo bello que la naturaleza le prodiga al ser humano, hemos recogido el correo electrónico que adelante se describe, no sólo por rendirle homenaje a ella misma, sino por el asombro que la noticia puede producir a cualquiera que la lea.
Ella lo llama: ¡orgullo mexicano que hay que difundir! Y aún añade: ni Televisa en su Iniciativa México ni TVAzteca lo han difundido debidamente porque sólo publican lo que les deja dinero y se olvidan de lo más importante y esencial para México. Digamos también: en esta tierra de pródiga naturaleza, ¿qué medios han difundido el esfuerzo ecologista que los indígenas del sur hacen para rescatar sus espacios vitales?
Aparte de estas connotaciones personales, la realidad es que al leer el texto, se revivifica la esperanza de que nuestro País pueda recuperar lo que carece y darle a la simbiosis naturaleza-hombre la capacidad de supervivencia que en los últimos tiempos ha sido puesta en entredicho.
Pero no adelantemos vibras; he aquí la historia. Empieza por recordar la existencia de un premio tipo “Nobel” aplicado a la Ecología, que en esta ocasión no procede de la Academia Sueca, sino de dos filántropos norteamericanos y activistas ecológicos Richard N. Goldman y su esposa Rhoda H. Goldman.

Premio ecológico
a indígenas mixtecos
En 2010 fue otorgado a un campesino indígena mexicano Jesús León Santos, de 42 años, que ha estado realizando, en los últimos cinco lustros, un excepcional trabajo de reforestación en Oaxaca. El nombre de la recompensa es “Premio Ambiental Goldman”.
Creado en 1990 consta de una dotación de 150 mil dólares y se entrega cada año, en el mes de abril, en la ciudad de San Francisco, California. Hasta ahora ha sido otorgado a defensores del medio ambiente de 72 países. En 1991, lo ganó la africana Wangari Maathai, quien luego obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2004.
A Jesús León Santos -según el correo- se lo han dado porque, cuando tenía 18 años, decidió cambiar el paisaje donde vivía en la Mixteca alta, la “tierra del sol”. Aquello parecía un panorama lunar: campos yermos y polvorientos, desprovistos de arboleda, sin agua y sin frutos. Había que recorrer grandes distancias en busca de agua y de leña. Casi todos los jóvenes emigraban para nunca regresar, huyendo de semejantes páramos y de esa vida tan dura.
Con otros comuneros del lugar, Jesús León se fijó el objetivo de reverdecer los campos. Y decidió recurrir a unas técnicas agrícolas precolombinas que le enseñaron unos indígenas guatemaltecos para convertir tierras áridas en zonas de cultivo y arboladas.

¿Cómo llevar el
proyecto a cabo?
En base al tequio, una tradición indígena de trabajo comunitario no remunerado, juntó a unas 400 familias de 12 municipios, creó el Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca, y con recursos económicos limitadísimos, se lanzaron a una gran batalla contra la erosión.
En la región Mixteca existen más de 50 mil hectáreas que han perdido unos cinco metros de altura de suelo desde el Siglo 16. La cría intensiva de cabras, el sobre pastoreo y la industria de producción de cal que estableció la Colonia deterioraron la zona. El uso del arado de hierro y la tala intensiva de árboles para la construcción de los imponentes templos dominicos abundaron el deterioro.
Jesús León y sus amigos impulsaron un programa de reforestación. A pico y pala cavaron zanjas-trincheras para retener el agua de las escasas lluvias, sembraron árboles en pequeños viveros, trajeron abono y plantaron barreras vivas para impedir la huida de la tierra fértil.
Todo eso favoreció la recarga del acuífero. Luego, en un esfuerzo titánico, plantaron alrededor de cuatro millones de árboles de especies nativas, aclimatadas al calor y sobrias en la absorción de agua.
Después se fijaron la meta de conseguir, para las comunidades indígenas y campesinas, la soberanía alimentaria. Desarrollaron un sistema de agricultura sostenible y orgánica, sin uso de pesticidas, gracias al rescate y conservación de las semillas nativas del maíz, cereal originario de esta región.

Aquél páramo secular
se pintó de verde
Al cabo de un cuarto de siglo, el milagro se ha producido. Hoy la Mixteca alta está restaurada. Ha vuelto a reverdecer. Han surgido manantiales con más agua. Hay árboles y alimentos. Y la gente ya no emigra. Actualmente, Jesús León y sus amigos luchan contra los transgénicos, y siembran unos 200 mil árboles anuales.
Cada día hacen retroceder la línea de la desertificación. Con la madera de los árboles se ha podido rescatar una actividad artesanal que estaba desapareciendo: la elaboración, en talleres familiares, de yugos de madera y utensilios de uso corriente.
Además, se han enterrado en lugares estratégicos cisternas de ferrocemento, de más de 10 mil litros de capacidad, que también recogen el agua de lluvia para el riego de orgánicos invernaderos familiares. El ejemplo de Jesús León es ahora imitado por varias comunidades vecinas, que también han creado viveros comunitarios y organizan temporalmente plantaciones masivas.

¿Y en Sinaloa, cuántos
páramos hemos reverdecido?
Hasta aquí la historia, que retransmitida por Laura de Larrondo, pide a gritos a los mexicanos de todas las latitudes, que vuelvan la cara: primero a su entorno natural, a su propio paisaje, para que lo cuiden o lo rescaten; segundo, a los ecologistas que se sumen a estas faenas que más fecundos resultados podrán obtener que sus múltiples discursos y sus controversias con los políticos, y tercero, a los políticos mismos que año con año prometen apoyos al campo y que en torno a ello se diluyen infinitos casos de corrupción.
En Sinaloa, supuestamente el granero de la República, el estado de los 11 ríos y de las 12 presas, el vivero natural donde con agua todo crece, pero que, a pesar de ello, en las sequías todo se vuelve desastre y el clamor generalizado es que sean el gobierno o los impuestos públicos los que acudan a su rescate, ¿quién se ha atrevido a hacer lo que los indígenas mixtecos han hecho?

adriang@live.com.mx

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